El nuevo Riaño se configuraba, a finales de los años sesenta y principios de los setenta, como la condición «sine qua non» para una correcta articulación del entorno comarcal una vez que se hubiera cerrado el embalse del mismo nombre. Dos décadas después, su población confía como medio de vida fundamental en la dotación de servicios, principalmente en base al turismo y al tránsito, ya que se localiza en un estratégico cruce de carreteras entre las provincias de León, Asturias y Cantabria.