El trabajo presente muestra la identificación, época, cargos y circunstancias personales que se pueden leer, cada vez menos por el paso del tiempo, en las lápidas de las dos catedrales salmantinas. Estas, en sus laudas funerarias, son el reflejo de la concepción de la imagen de la muerte desde los primeros siglos de funcionamiento de la sede arquitectónica salmantina hasta nuestro mismo siglo y de la imagen moral de los destinatarios de los sepulcros. En un paseo por los testimonios que nos han quedado, se pretende reflejar, pues, antes de que se pierdan, el recuerdo y el talante, que a los redactores pareció significativo, de cuantas personas, eclesiásticas y seglares, han sido enterradas en ambas catedrales salmantinas. Con ello se obtiene no sólo el elenco de quienes merecieron sepultura en el principal templo salmantino, sino el resumen de las virtudes más preciadas y la constatación de unos modos de vida que ponen de relieve la cualidad de quienes tuvieron relación con la vida de las catedrales.